Aprender a Caminar

Se soltó de mi mano para dar un paso por ella misma, después de pensarlo mucho, llena de emoción y de ganas de correr, comenzó a mover su piecito lentamente, luego el otro. Al lograr dar un paso y verla moverse con tanta emoción, llena de alegría, compartí su logro con una sonrisa. Su vida había cambiado y la mía también.

Hay pasos que definen una vida.

Qué cierto es aquello de que los grandes cambios empiezan en las pequeñas cosas.  A veces, para cambiar tu vida solo hay que decidirse a comenzar a dar pequeños pasos hacia ese objetivo para que poco a poco nos vayamos acercando.

A veces los sueños nos parecen tan lejanos, tan distantes, que nos hacen confundirles con utopías, y de pronto quizá por eso estas dos palabras se nos vuelven sinónimos cuando la diferencia entre ellas radica precisamente en que los primeros son perfectamente alcanzables.

Los seres humanos en ocasiones queremos alcanzar el horizonte sin dar un paso, queremos alcanzar las estrellas sin movernos del suelo, queremos llegar muy lejos sin el menor esfuerzo.  Quizá si fuéramos un poco más receptivos con los ejemplos de la vida podríamos entenderlo mejor y darnos cuenta de que los sueños están ahí para ser alcanzados y que para alcanzarlos hace falta caminar.

Si quieres ser pintor quizá debes aprender a dar pequeños trazos para luego crear obras maestras; si quieres ser músico deberás comenzar con pequeños acordes para poder tocar una sinfonía; si quieres ser escritor, deberás primero comenzar a escribir fragmentos, cuentos cortos, para después escribir tu obra maestra; si quieres ser astronauta primero deberás aprender a despegarte del suelo y volar, antes de llegar a la luna….

Y de igual manera, como pude ser testigo, si quieres aprender a caminar, primero deberás levantarte y llenarte de valor, de seguridad y de alegría, para animarte a dar el paso más importante, el primer paso.