Había leído ya bastante como para creer que él mismo era parte también de una novela ERA UN DÍA CUALQUIERA, de esos en los que nunca sucede ningún acontecimiento importante, digno de destacarse en algún diario, almanaque o libro de historietas. Sin embargo, como a veces suele suceder, los eventos menos importantes para unos son los más trascendentes para otros. Diego caminaba rumbo a su casa. Recorría la banqueta de la izquierda de la Avenida Principal mientras veía pasar los automóviles en dirección contraria a la que él llevaba. Tenía en su brazo derecho unos libros de literatura contemporánea, y en el otro llevaba su mochila repleta de hojas, símbolos y letras. Diego era un tipo de veinticinco años de edad que terminaba su carrera de ingeniería, y aunque parezca inverosímil, le gustaba leer novelas y relatos en sus pocos ratos libres. Había leído ya bastante como para creer que Seguir leyendo