Volar aterriza la mente

Siempre he tenido esta idea en la cabeza: Un viaje, por más pequeño que sea, tiene un gran motivo que pudiera estar incluso todavía más allá de lo que nuestra consciencia pudiera identificar.  No importa si el viaje es por vacaciones o negocios, o si se trata sólo de un pequeño paseo de fin de semana, creo que siempre hay una razón oculta y más poderosa detrás.

Algunas veces  lo notaremos, otras quizá no, pero la razón está ahí, intacta, y no hay nada que uno pueda hacer en contra de esta conspiración de la vida.  Creo, además, que al viajar limpiamos las cosas en nuestro interior, para cambiar, para mejorar, para ver la vida desde otra perspectiva, para pensarlo de nuevo y volver a intentar.

A veces es difícil identificar la razón de este viaje ya que la vida de alguna forma, a veces, mantiene nuestras mentes ocupadas, preocupándonos por lo urgente y haciéndonos posponer lo que es realmente importante.

Es por ello por lo que trato de darme un tiempo, tomar un descanso, para pensar acerca de mí mismo, mis proyectos y, por qué no, de mi propia vida.  Trato de recapitular y hacer un resumen de lo que he vivido entre el viaje anterior y éste, y de alguna forma este proceso me ha servido para identificar mi propia evolución.

La semana pasada tomé unas vacaciones, que ya me eran necesarias después de años sin tomar varios días de corrido por motivos laborales, y en el avión retomé la lectura de lo que últimamente me interesa, que es la fotografía.

Gracias a que estoy tomando un increíble taller de autorretrato en @357MX, pude llegar a la obra “La Cámara Lúcida” de Roland Barthes, quien es un referente obligado en la fotografía, y que más allá de hablar de los cómos o de tratar de clasificar o re-clasificar a la foto, pretende explicar lo que significa para él.

A través de su libro, de un poco más de 150 páginas, va desarrollando los motivos por los que una foto le resulta memorable; y expone acerca del Studium y el Punctum de la misma.  Studium es el contexto que todos conocemos sobre lo que la foto muestra, y tiene que ver con la cultura y el gusto, mientras que el Punctum es eso que la hace diferente, es eso que nos punza, que llama nuestra atención y nos hace recordar esa foto en particular.

Al volver de mi viaje estos conceptos se me quedaron muy presentes, y más allá de ser aplicables evidentemente al ámbito de la fotografía que practico, me parece que esta sutil distinción entre “lo que todos (re)conocemos” y lo “realmente memorable” podría ser aplicada a todo lo que hacemos en la vida diaria.

Así pues, volviendo al tema que nos llama en este foro, creo que es pertinente buscar ese “punctum”, ese algo que nos punza, también en nuestras actividades de redes sociales o marketing digital.

Y para comenzar quizá podríamos preguntarnos ¿Qué es eso que va a hacer de nuestras actividades algo diferente a lo demás?,  ¿Qué es eso que hará de nuestra estrategia algo memorable?, ¿Qué elemento contendrá nuestra campaña que realmente “punzará” a nuestra audiencia?

¿Crees que eres capaz de generar una campaña así? O en realidad tu siguiente campaña se convertirá en parte del símil en marketing digital de todas esas fotos que vemos a diario, y que tapizan nuestra manera de ver la vida y de atestiguar la historia moderna, pero que a la vez no dicen nada pues son solo eso, imágenes  sin mensaje, sin elementos significativos que las hagan especiales.

¿Crees que tu agencia es capaz de generar una idea realmente memorable? Si no es así, ¿Estás con la agencia correcta?

Creo que volar aterriza la mente, pues nos hace ver nuestra vida y nuestras actividades diarias desde otra perspectiva y nos permite distraernos de lo rutinario al cerrar de alguna manera los ojos para dejar de mirar lo de siempre.

Al viajar me permití olvidarme por un momento de lo urgente para comenzar a atender lo importante. Y al aterrizar no pasé por alto el preguntarme ¿realmente todo esto que estoy haciendo vale la pena? ¿Es memorable? ¿Dónde está ese punctum de todas mis cosas, e incluso de mi propia vida? Dónde está ese sello distintivo que hará de mi trabajo, de mi “marca personal”, o de mi próximo proyecto digital, algo memorable –punzante– , algo digno de recordarse incluso, como diría Kafka, como una manera de cerrar los ojos.